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El carácter de clase del Estado.

“La letra con sangre entra”, estimado profesor Castillo.

Publicado: 2021-12-27

EL ESTADO, ESE MONSTRUO

“No basta con ganar elecciones” es la frase más apelada por quienes, con aire de autosuficiencia, le enrostran a gobiernos de izquierda o progres que comienzan a mostrar señales de desvarío o de franco fiasco. Estos agoreros, que alucinan ser de izquierda, no hacen el menor esfuerzo por explicar el profundo sentido de clase que entraña tal afirmación y, precisamente por eso, prefieren tratarlo casi coloquialmente. ¿Casual? No, es lo que conviene al orden establecido.

Para ellos, “intelectuales” dando “línea” desde ONG bien financiadas, es imprescindible restregar el acertijo a quienes ganaron las elecciones y, ante las dificultades reales o inventadas, les “recomiendan” invitar a los “los que saben gobernar”, no importa que éstos provengan de las canteras del oportunismo de izquierda o de derecha, “hacer alianzas” con el centro y la derecha, etc. Lo importante, le susurran al presidente electo, es “durar los 5 años” incluso “arriando” banderas con las que fue elegido, así como hizo Mirtha Vásquez con la Asamblea Constituyente. ¿Quién aplaudió? El Comercio, como vocero de los poderes fácticos.

Pero por encima de esas miserias, la expresión “No basta ganar elecciones” revela el traumático encuentro de vastos sectores populares que ganaron una elección con un Estado que no lo entienden y está muy lejos de ser suyo. Ese Estado que, en 200 años de “independencia”, siempre ha estado al servicio del poder económico no puede dejar de estarlo solo por efecto de una derrota electoral, casi accidental, que no modifica estructuras de poder. Para muestra un botón: dichas estructuras pueden cambiar de gobierno cuantas veces lo quieran, como lo hemos visto estos últimos años, con métodos y estilos “democráticos”, mientras el Estado, ese Leviatán con “poderes descomunales” (Hobbes), sigue impávido al servicio de los ricos y lejos de los pobres, en cualquier tiempo y espacio.

Ese Estado, que en teoría es la expresión de un “contrato social”, condensa la complejidad de la lucha de clases en múltiples facetas y niveles de contradicción, sobre las cuales destaca la configuración, en permanente cambio, de una correlación de fuerzas sociales que determina quiénes son “los que dominan” y quiénes “los dominados” en cada momento de la historia. De allí que, mientras más concentrado esté el poder económico y financiero, más servil y sometido estará el Estado por quienes concentran el poder real.

De la misma manera y en sentido contrario, mientras más amplias y potentes sean las fuerzas político-sociales de izquierda y progresista, la composición y el desempeño del Estado reflejará esos intereses y, probablemente, pueda llegar a un nivel de lucha de clases en la cual es posible, en primera escala, pretender un “Estado del bienestar” como ya se propone en Chile.


EL GOBIERNO DEL PROFE

Lo que viene ocurriendo con el gobierno del profesor Pedro Castillo, no es sino la manifestación concreta, en la superestructura, de la lucha de clases donde los poderosos tienen la sartén por el mango, es decir, tienen el control absoluto del Estado pese a que, con sus propias reglas “democráticas”, perdieron las elecciones. Como era inadmisible la derrota, en un arranque de fascismo descarado, pretendieron anular los resultados a pesar de las evidencias en contra. Pero, que no nos llame la atención, ese es el poder, cuanto más concentrado, más absoluto y vil.

Ese poder se alimenta con las dudas y temores del profe, así como de su comprensible desconocimiento de la naturaleza del Estado. Las clases dominantes no tuvieron que hacer mucho esfuerzo para socavar las bases políticas y sociales con las que ganó la elección. Solo aprovecharon cada error, cada dislate, cada expresión de temor ante las amenazas de vacancia. Para ello, pusieron en marcha una poderosa maquinaria mediática que podía demoler cualquier voluntad y resistencia. Aceitaron el aparato judicial para intimidarlo y separarlo de su principal aliado, Vladimir Cerrón que, conscientes de que puede ser un peligro real para el orden establecido, sigue siendo objeto de la más brutal cacería política que se haya visto en el Perú estos últimos tiempos.

Además, la aplanadora derechista y fascista, cuenta con la ayuda invaluable de aventureros y oportunistas de izquierda que, conscientes de lo que hacen, no dudan en ser cajas de resonancia de los mensajes de la derecha destinados a liquidar la relación de Perú Libre con el gobierno del Castillo. Estos elementos funcionales a los intereses de las clases dominantes, jamás serán “parte de los errores” de la administración Castillo, pese a que son “sus funcionarios”, pues se cuidarán de que lo “advirtieron en su momento” y, así, estar “limpios” para el siguiente gobierno. Eso tiene que saberlo, estimado profesor Castillo.

Lo dicho, sin embargo, no niega que cualquier gobierno de izquierda tendrá que enfrentar circunstancias parecidas a las que viene atravesando el profe Castillo, pero podría hacerlo en mejores condiciones y con posibilidades de salir airoso. Aprender la lección, es saber qué hacer en el futuro para no cometer los mismos errores. Entonces, por ejemplo, cae por su propio peso no abandonar a la primera de vastos el Programa Político con el que se ganó las elecciones. Esto incluye un Plan de transformación del Estado, en primera, en favor de las mayorías.

Se necesita también una burocracia bajo control de cuadros políticos debidamente cualificados, conocedores de la administración pública. No estoy hablando de “tecnócratas” que se creen insustituibles, sino de cuadros políticos con formación profesional suficiente para saber en qué dirección está caminando el Estado y si está en sintonía con el Programa Político. Si, además y sobre todo, se tiene organizado al pueblo ejerciendo día a día su poder soberano, entonces la correlación de fuerzas no será la que mantiene el orden establecido.

Por eso era importante mantener unidas las fuerzas políticas y sociales que hicieron posible el triunfo electoral. No hacerlo y dejar que la campaña mediática desarticule aquella unidad, es lo peor que se puede hacer y, a la vez, es la mejor ofrenda que se le puede ofrecer a la derecha. Lamentablemente, el profe Castillo cayó redondo en la trampa derechista. Rompió con Perú Libre, cedió ante la derecha (BCR) y cobijó a tecnócratas oportunistas de izquierda y de centro, denominados “caviares”, en ministerios importantes. En este momento, la mesa está servida para asonadas golpistas de diverso calibre y alcance.

Nunca es tarde para enmendar errores. 

El gobierno de Castillo tuvo su prueba de fuego y, gracias a la estupidez y torpeza política de la derecha, paradojas de nuestra política, salió casi ileso y con excepcionales oportunidades de volver la mirada hacia quienes lo eligieron. Fueron 5 meses de enseñanzas que, seguramente, le recordaban al profesor Castillo aquello de la “la letra con sangre entra”. Aprenda profe, aprenda. No es malo reconocer errores, es más, lo enaltecería y la daría autoridad moral que la está perdiendo gracias a los consejeros que difícilmente pensarán como usted.


Por Nilo Meza M. 

Sao Paulo, 27 de Diciembre de 2021


Escrito por

GUIDO CHATI

Historiador y Antropólogo. Autor de artículos y libros sobre historia, antropología y política (Libro: De quién es la tierra, 2019).


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