Bulla, mucha bulla, eso hizo Vizcarra desde que reemplazó al exbanquero PPK en marzo de 2018. Ofreció educación, estabilidad política y lucha contra corrupción. En su mensaje del 28 de julio fue más de lo mismo. Aprovechó crisis del sistema de justicia para lanzar papa caliente al Congreso y se metió al bolsillo a la gente descontenta. En mayo de 2019 lanzó por segunda vez un mensaje de pedido de confianza por reformas sin resultado hasta hoy. En su último mensaje a la nación, pidió adelanto de elecciones. Otra vez la gente aplaudió en lugar de pedir y exigir obras. Lo cierto es que no tiene obras ni gobernabilidad y lo peor es que miente con crecimiento económico.

Las Bambas, Tía María y Chinchero son ejemplos de crisis de gobernabilidad, sin contar el Congreso. Vizcarra usó el facilismo poco valiente de enfrentar el cúmulo de problemas. Pese a su capacidad de agitador del pueblo, es incapaz de enfrentar al sector de empresarios que ejercen coerción sobre él y gobiernan el país. Junto a PPK y Meche Araos salen y representan a la clase media alta y alta. Aunque su mensaje genera desazón y la desconfianza en un sector del empresariado bajo el pretexto de crisis, es una falacia que busca generar temor. Solo son mentiras sostenidas por los poderes económicos y políticos corruptos en peligro por develaciones del caso Lava Jato.

El volumen productivo de la economía peruana hoy es 30 veces más grande que en 1821. Según especialistas, el PBI del Perú ha crecido 2,8% en promedio cada año durante los dos siglos. Somos campeones en eso. Pero el sistema capitalista mundial no va más. Sus tasas de crecimiento bordean el 1.5% en promedio, eso en economía es casi estancado. Sin embargo, el crecimiento será menos del 3% y latinoamericano no llegará ni al 2%. Pero Vizcarra mintió con llegar al 3.5%, ¿sacando proyectos mineros a punta de bala? ¿Es crisis económica o desinterés en diversificar la producción nacional? ¿Qué hace frente a grandes exoneraciones tributarias a mineras, petroleras, agroexportadoras y pesqueras? Un gobierno de transición sin mayor compromiso de rendir cuentas, se sube a programas sociales. Los Planes Nacionales no tienen respaldo presupuestal. Los 52 proyectos priorizados son parte del “Piloto Automático” que cada gobierno desde 1993 asume para responder al dinamismo de la economía global.

En pocas palabras, Vizcarra es un buen agitador de masas, incapaz de hacer frente al poder empresarial.