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El despreciado ‘latin people’ muy poco le interesa a EE.UU. (Lucha de clases en Venezuela)

No caben las “medias tintas” ni las posiciones terceristas. Solo cabe el rechazo abierto y total a la agresión imperialista.

Publicado: 2019-02-05

Por Coordinación Nacional Progresista (Miembro del Frente Amplio)

1) Propaganda de la burguesía imperialista. 

El imperialismo yanqui, secundado por gobiernos latinoamericanos títeres, entre los cuales está el actual gobierno peruano, ha iniciado una directa y abierta intervención en Venezuela para derrocar al régimen encabezado por Nicolás Maduro. La propaganda de la burguesía imperialista yanqui señala que tal agresión a la nación venezolana se hace para solucionar la crisis humanitaria para restaurar la democracia en ese país. Para enmascarar el carácter imperialista de la intervención, el gobierno de Trump y sus lacayos latinoamericanos han decidido darle carácter “interno” a la pugna venezolana, instaurando un gobierno marioneta encabezado por el “democrático presidente” Juan Guaidó.

2) A EE.UU. muy poco les interesa el despreciado “latin people”.

El verdadero motivo de la intervención yanqui en Venezuela no es la restauración de la democracia en ese país, mucho menos la preocupación por el problema humanitario que vive Venezuela. A los imperialistas de EE.UU. muy poco les interesa el despreciado “latin people” que puebla Venezuela, lo que les interesa es saquear las inmensas riquezas de petróleo e hidrocarburos en general que tiene la tierra venezolana y retomar el control político total de su “patio trasero”. Por eso quieren que regresen gobiernos semejantes a los que existieron antes de Hugo Chávez (los de Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Herrera Campins, Carlos Andrés Pérez) que desarrollaron políticas de sumisión a los dictados yanquis y una galopante corrupción. No es pura coincidencia que el partido Acción Democrática venezolano (Betancourt, Pérez) haya sido primo hermano de la corrupta APRA de Alan García y demás secuaces. Todos los gobiernos previos a Chávez se preocuparon más por poner el petróleo venezolano en manos de los yanquis, que usar esa inmensa riqueza para desarrollar a su país. Esto cansó al pueblo venezolano y generó las condiciones para que Hugo Chávez llegue a la presidencia de Venezuela.

Por otro lado, no es la primera vez que la potencia norteamericana invade países so pretexto de defender la democracia y los derechos humanos. Tal sucedió en Irak donde, al igual que en Venezuela, el apetito por el petróleo y el posicionamiento geopolítico imperialista fue la causa de la agresión.

3) Panorama de intervención militar extranjera y de guerra civil.

Ante la intervención yanqui en Venezuela no caben las “medias tintas” ni las posiciones terceristas. Solo cabe el rechazo abierto y total a la agresión imperialista. Ninguna acción de Guaidó, Borges, López, etc. puede enmascarar al repudiable acto imperial de EE.UU. que siempre ha considerado a Latinoamérica como su particular campo de correrías o su “patio trasero”. Ninguno de los errores del gobierno de Nicolás Maduro justifica la agresión imperialista que puede terminar en intervención militar y, eventualmente, desatar una guerra civil. En lo inmediato, la política imperial busca involucrar a los militares en un golpe de Estado para derrocar a Nicolás Maduro. Si esto no resulta, se abre un panorama de intervención militar extranjera y de guerra civil. En el campo de la lucha de clases que involucra al país venezolano, la contradicción clave es la que enfrente a los pueblos y naciones de Latinoamérica contra la agresión imperialista de EE.UU. Por lo tanto, en una situación de crisis política desatada por la intervención yanqui no cabe ponerse del lado de la potencia norteamericana y de títeres como Juan Guaidó, so pretexto de defensa de la democracia y los derechos humanos. Tampoco cabe una posición tercerista que ataca a la vez a la agresión imperialista de EE.UU. y al gobierno de Maduro, poniendo al mismo nivel la intervención política yanqui y la acción política del régimen de Nicolás Maduro. Esta miope postura propia del trotskismo, favorece absolutamente al agresor imperialista y muestra a las claras la miseria política e ideológica de esta posición. Lo cual no es ninguna novedad, pues tiene antecedentes en posturas parecidas del “profeta” León Trotsky, especialmente en su dañina propuesta “ni guerra ni paz”, cuando Lenin negociaba la paz con Alemania durante la I Guerra Mundial, para consolidar el naciente régimen soviético y salirse de la guerra imperialista. Ahora, ante la agresión yanqui, su propuesta es “ni agresión imperialista, ni gobierno de Maduro”, sin entender la dialéctica de la lucha de clases que emana del caso venezolano.

4) La crisis ha sido provocada por el cerco y sabotaje imperialista.

Lo que todos los pueblos de Latinoamérica debemos exigir y propiciar es que sean los propios venezolanos los que solucionen sus problemas, sin intervención extranjera. Si los opositores a Maduro no lo han podido defenestrar o apartar del gobierno es porque no están en capacidad de hacerlo, porque no logran la confianza de todo el pueblo venezolano y, sobre todo, porque la herencia de lo construido por los gobiernos de Hugo Chávez Frías es suficientemente fuerte para que el régimen hoy presidido por Maduro, pueda soportar el cerco y sabotaje imperialista. La crisis humanitaria que hoy vive Venezuela ha sido provocada principalmente por tal cerco y sabotaje. Una muestra más de que a los imperialistas no les interesan las condiciones de vida de la población venezolana.

5) Nunca fue un socialismo y tampoco un renovado “socialismo del siglo XXI”, es una pugna de capitalismos.

El régimen instaurado por Hugo Chávez y seguidores fue y es la expresión de una posición nacionalista y antiimperialista que rompió con la hegemonía imperial y neoliberal que primaba en Latinoamérica. Nunca fue un socialismo y tampoco un renovado “socialismo del siglo XXI” como alguna vez proclamaron. La Venezuela de Chávez y Maduro nunca se salió del campo capitalista y a lo más que aspiró fue a un capitalismo de bienestar, con más justa distribución de la riqueza; y a un nacionalismo fundado en Bolívar y sus propuestas de independencia latinoamericana. Sin embargo, estos gobiernos que buscaban la soberanía nacional de Venezuela, nunca gustaron al orden imperialista mundial encabezado por EE.UU., porque sus reformas cuestionaban de alguna manera tal orden. Este quiere sumisión total a sus políticas sociales y económicas, que implican el favorecimiento absoluto al gran capital que impera en el mundo y que está destruyendo sin cesar la naturaleza humana y no humana que existe en el planeta.

La actual crisis venezolana muestra a un capitalismo imperial atacando a un capitalismo nacionalista dentro de una situación mundial en que hay una pugna entre la decadente superpotencia yanqui y las emergentes potencias que otrora fueron socialistas: China y Rusia. Con China la pugna es principalmente económica y ha dado lugar ya a una guerra comercial actualmente en desarrollo. Con Rusia el meollo de la pugna tiene carácter político-militar, por lo mismo que Rusia, heredera de la URSS, es una superpotencia militar. Sin embargo, todas estas pugnas se desenvuelven dentro del mundo capitalista y no hay, en ningún caso, un cuestionamiento radical al “absoluto burgués” del que hablaba Mariátegui. Es un escenario de “fin de la historia” que no tiene una perspectiva que vaya más allá del capitalismo. Es una pugna de capitalismos, en el que lo único discordante ha sido la retórica socialista y marxista de la que ha hecho gala la “revolución bolivariana”, la estatización de empresas y la eliminación del libertinaje periodístico de algunos medios de comunicación masiva. Reformas que en conjunto están muy lejos, por ejemplo, de las que ejecutó el gobierno de Velasco Alvarado en su tiempo.

6) Quieren una salida violenta que sirva de escarmiento a los que pide soberanía al orden imperialista.

El régimen nacionalista inaugurado por Hugo Chávez Frías hace 20 años ha llegado al límite de sus posibilidades transformadoras. Su única posibilidad de avanzar es romper con el capitalismo, tarea sumamente difícil en un mundo de aplastante poder burgués y capitalista. Justamente, es el mercado propio del capitalismo el que ha facilitado el cerco asfixiante a Venezuela y ha propiciado la llamada crisis humanitaria. Hoy el ataque económico financiero y mercantil ha escalado hasta la confiscación de fondos y bienes de la nación venezolana, derivados de la riqueza petrolera. Todo este robo ejecutado por EE.UU. se ha disfrazado bajo la especie de que todos esos fondos serán administrados por el gobierno marioneta de Juan Guaidó y secuaces. La lección que queda de todo esto es que la revolución social no se puede hacer dentro del capitalismo sino en contra del capitalismo. Así, la perspectiva de la lucha de clases que actualmente se libra en Venezuela es sumamente preocupante pues podría terminar en el asesinato de Nicolás Maduro y de las figuras principales del régimen que él encabeza. La estrategia imperialista, apoyada por los lacayos internos que tienen los yanquis apunta a esto, y a la apropiación de las enormes riquezas hidrocarburíferas que Venezuela posee. Por eso es que no quieren aceptar el diálogo propuesto por Maduro. Quieren los imperialistas y sus cipayos latinoamericanos que se repita un escenario parecido al de Irak o Libia, donde se asesinó a Sadam Hussein, Gaddafi y seguidores cercanos. Quieren una salida violenta que sirva de escarmiento a los que se atreven a cuestionar con medidas de soberanía nacional al orden imperialista encabezado por EE.UU. En lo inmediato, buscan asfixiar aún más al régimen encabezado por Maduro, con el objeto de que se quiebre el apoyo que recibe de las FF.AA. De no lograr esto puede que se induzca una guerra civil, donde las fuerzas reaccionarias reciban total apoyo económico, propagandístico y militar de las potencias imperialistas. De darse este escenario, esperamos que las milicias populares y la mayoría del ejército se conviertan en fuerzas de liberación nacional que expulsen a los imperialistas y sus lacayos y, sobre todo, desarrollen la revolución antiimperialista y anticapitalista. En lo inmediato, se debe trabajar para defender la solidaridad de los pueblos de América Latina con el gobierno de Maduro que está sufriendo la creciente agresión imperialista de EE.UU. y sus aliados.

COORDINACIÓN NACIONAL PROGRESISTA 


Escrito por

GUIDO CHATI

Historiador y Antropólogo. Autor de artículos y libros sobre historia, antropología y política (Libro: De quién es la tierra, 2019).


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